La democracia burguesa no se basa en la participación del pueblo sino en la representatividad, lo que supone no el ejercicio directo del poder por parte del pueblo sino, la delegación del poder a manos de un representante.
El ciudadano ,al cual la ley reconoce el derecho a nominar a sus candidatos no puede hacerlo, esto lo hacen las maquinarias políticas en los partidos; en realidad lo que hacen los ciudadanos es votar por los partidos.
Los representantes no están obligados a rendir cuentas de su gestión, ante sus electores y estos no pueden revocarlos de su mandato.
Al ciudadano solo le queda el derecho a votar. En la práctica, el voto solo sirve para legitimar las elecciones y el gobierno.
Las elecciones directas e indirectas:
En los sistemas presidencialistas como los Estados Unidos el pueblo no elige directamente al presidente, la elección corre a cargo del colegio electoral.
En los Colegios Electorales de estados Unidos no está representada la voluntad popular, pues rige el sistema de que el ganador de una votación se lleva todos los votos del estado.
En los sistemas parlamentarios es el Parlamento quien elige al Jefe de Gobierno (Primer Ministro). Las alianzas de partidos permiten también alterar la voluntad popular. Si a ellos sumamos el hecho de que el pueblo no nominó directamente a esos parlamentarios, comprenderemos que tan indirecta es la elección.
En las democracias representativas burguesas el dinero tiene cada vez mayor influencia en las campañas electorales.
Sin la recaudación de fuertes sumas de dinero, ningún candidato puede aspirar seriamente a alcanzar un puesto importante en la administración del Estado.
Son precisamente las grandes corporaciones la fuente de financiamiento fundamental en las campañas electorales.
El control de los medios de comunicación masiva por parte de corporaciones.
Los actores políticos se desenvuelven dentro del sistema sin provocar cambio alguno en los intereses principales de la clase que detenta la propiedad del régimen.